Entrenando #2

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Akira había extrañamente dedicado bastante de su tiempo libre a... lo que sea menos holgazanear, eso no era propio de él y aunque en el fondo se sentía satisfecho por ello, de igual manera era una sorpresa que no hubiese desistido ya. Su cabeza daba vueltas al igual que su cuerpo por las calles de la aldea casi sin notarlo. La zona residencial no ofrecía demasiados peligros para un gennin pero de igual manera sería mejor salir de allí, Akira conocía las calles pero no estaba de más el evitar que cayera la noche con él perdiendose en alguna calle. El chico se acomodó las gafas y observó bien la calle, rápidamente pudo reconocer en donde se encontraba así que no tuvo más que dirigirse en el camino que conocía para escapar del laberinto de callejones componiendo la zona. Rápidamente pensó en un lugar para pasar su tiempo... uno con suficiente espacio para hacer algo o al menos para caminar libremente. Su departamento estaba descartado. Además debía ser un lugar público y en el que pudiera hacer ruido, valdría la pena analizar esto un poco.

Poco a poco los lugares fueron cayendo de su lista y acabarían descartandose de una en una hasta dejarle una única opción... el campo de entrenamiento público de la aldea. Al llegar allí se encontró justamente con lo que sería lógico esperar, varios lugares tomados por chicos, jovenes y adultos entrenando y preparandose para lo que sea que fuesen a hacer... El sombrío pensar de que muchos de ellos no llegarían a una edad mayor le invadió y distrajo por un momento de lo que en realidad quería hacer allí, y eso era justamente lo que esos chicos hacían. Akira contempló por un momento lo que hacían los demás, para variar se dirigió allí sin un plan en mente así que sería más sencillo el tratar de recibir una idea en el camino y seguir adelante con ella. Akira observó atentamente los movimientos de todos, la mayoría se concentraban en prácticas de precisión con armas y demás... Claro un dominio de armas siempre era necesario pero al chico le parecía que llegaba un punto en el que solamente los especialistas puros con armas deberían inmiscuirse y estos chicos parecían haber llegado allí.

Considerando todo lo que el chico podía ver, una idea vino a su mente. Kirigakure quizá no era como las demás aldeas, eso era casi seguro. Pero las personas tienden a pensar de maneras similares incluso habiendose desarrollado en entornos diferentes. El uso eficiente de armas en batalla era una habilidad útil, pero en este caso parecía que la capacidad de escapar de esas armas le sería incluso más útil. El chico se dirigió hacia unos de los aprendices que se encontraban mejorando su puntería allí y les ofreció ayuda y explicó su idea para que no le tomaran por loco al pedir que le lanzaran armas reales, puesto que con eso entrenaban ellos. El chico se mentalizó para que sus primeros intentos fueran malos y probablemente se llevara unos buenos cortes mientras practicaba con los chicos. Y así justamente fue, afortunadamente la puntería de los chicos no era tan precisa como para dañarle seriamente pero si lo suficiente para crearlle molestas heridas superficiales que podían hacer ver que había pasado más de lo que en realidad había sucedido.

Akira intentó varios enfoques pero su vista sencillamente no era suficientemente rápida para contemplar todos los objetos lanzados a él, todo iba bien con un par de kunai pero sus rivales no le tendrían la misma consideración, debía poder lidiar con más, así que se las arregló para en lugar de tratar de desviar cada proyectil que le lanzaran, o evadirlos uno por uno, hacer que estos casi le golpearan y repentinamente valerse de su velocidad y un bien logrado impulso gracias a su control de chakra que le permitiesen cambiarse con algún otro objeto que absorbiera el golpe por él. Cualquier objeto serviría siempre y cuando pudiese tomar el golpe sin terminar de destruirse o de nada serviría. Le tomó unos intentos hasta que fácilmente comenzó a sustituir su cuerpo por trozos de troncos cercanos, piedras y lo que fuese suficientemente ligero para cargarlo y llevarlo así a tomar su lugar. Unas rondas más de práctica y la técnica estaba bastante desarrollada... al menos hasta darle una prueba en un caso real. De momento era tiempo de un pequeño descanso, agradecer a sus compañeros de aldea y pensar en algo más por aprender.