Entrenando #1

Un día como cualquier otro parecía aparecerse en el horizonte, la vida en Kirigakure podía ser bastante rutinaria, pero probablemente ese sería el caso también con las demás aldeas. Algún día podría visitarlas, pero de momento su concentración iba a otra cuestión, su estado actual y su casi nada cambiado nivel como shinobi. Más allá del rango era cierto que se había acomodado demasiado y su vida no era más que una aburrida rutina de que haceres y días fingiendo hacer algo importante sin hacerlo en realidad. Por más que fuese un estilo de vida atractivo para algunos... Akira tenía un ímite y justamente hoy había llegado a él, era hora de ponerse serios al menos por un momento y hacer algo que valiera la pena con su tiempo. Habiendose decidido a hacer... algo, al menos ahora podía salir de su residencia por algo más que comida. Con su típica dejadez el chico se duchó, se vistió y salió del inmueble, su cabello desarreglado y sus gafas ayudandole a ver su camino apropiadamente le guiaron al menos hasta la salida de su complejo de apartamentos.

El sol se filtraba por cada ventanal del edificio despertandole aún más con cada paso que daba. Uno que otro resbalón sucedió por las escaleras casi como si su cuerpo le reprochara la falta de actividad de los últimos días. "Y ahora... que hago?" se preguntó el muchacho una vez se detuvo en la salida del edificio. La verdad no le había dado mucho tiempo de pensar en verdad que haría... solamente había decidido salir y hacer algo que valiera la pena su tiempo pero no sabía ni si quiera que. Una misión?... Nah, tratar con los problemas de la gente no le llamaba la atención por ahora, la paga tampoco la necesitaba demasiado de momento así que no era una opción. Akira caminó sin rumbo y se dirigió por entre las calles laberínticas de una parte de la ciudad casi por pura memoria, en realidad no sabía a donde iba pero no importaba demasiado. Fue allí donde logró vislumbrar a la distancia a algunos chicos corriendo, por su aspecto y lo que parecían hacer probablemente eran miembros de la academia ninja aún no graduados... o sea más chicos que sin saberlo estaban condenando su existencia desde jóvenes.

El pelinegro se movió entre las calles con discreción y sin ser detectado, los chicos parecían estar practicando sus propias técnicas... o algo parecido, era más un juego que un entrenamiento en realidad. En realidad si era una vista que le daba pena, quizá a algunos miembros de la aldea les causaría orgullo el ver a sus futuras generaciones preparandose para el futuro... pero Akira sabía lo que eso significaba, los chicos estaban condenando sus vidas a una realidad que hasta cierto punto no les concernía, los problemas políticos de los líderes corruptos... sus intereses y demás no debían ser excusas pagadas con la sangre de los inocentes e ignorantes dedicados a sus servicios. Akira visualizó al mismo tiempo una sombría figura observando desde las sombras... en reaildad era bastante obvio que se trataba de una persona... y aparentemente un hombre, Akira pensó en lo que podría hacer ante tal situación... Fácilmente podría ir a por él... pero podía ser el padre de uno de los chicos, o su hermano, o su sensei o solamente un transeúnte que como él había quedado inmerso en sus pensamientos.

Akira observó con cuidado lo que ocurría y en el momento que hizo un movimiento en dirección a los chicos, se precipitó hacia la figura y le tomó por el cuello desde detrás. - Quieto allí. - comentó en volumen bajo para que los chicos no se percataran y se asustaran. Akira extendió una mano por detrás y sentención con voz amenazante. - Entrega lo que tienes en el bolsillo. - el extraño gruñió y soltó un kunai en la mano del chico. Había acertado al ir a detener al extraño. - Ni siquiera vale la pena pedir que te expliques. - comentó el chico realizando un sello. Su furia era tal que solamente envió un gran impulso de chakra al sujeto sin soltar su garganta por si acaso, en realidad no estaba logrando nada con gastar su chakra pero logró, a medio proceso recordar la menci´no de los genjutsu y su teoría correspondiente. Tratando de enfocar su chakra de una manera más refinada el despeinado muchacho creó en su mente la imagen mental de una gigante esfera de fuego ardiente cayendo sobre el sujeto y este inmediatamente soltó un grito, congelandose en su lugar inmediatamente y cayendo al suelo. Akira le arrastró hasta un barril cercano y mandó a llamar a unos guardias para que le llevaran a prisión. Quizá esto de aprovechar el tiempo valdría la pena a la larga.