Entrenando: Visión de Serpiente

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Akira acababa de salir de una situación más que apretada... el combate tuvo que ir de mejor manera pero no fue así... y con alguien tan crítico como Akira solía ser consigo mismo, eso no era aceptable. Ni de lejos. Tal era la molestia que sin pausar para tomar un descanso el pelirrojo se dirigió directo a una sección privada del campo de entrenamiento, no era para entrenar como tal, era un salón lleno de espejos que quedaba de camino a la academia ninja pero aún se consideraba como parte del campo de entrenamientos al que todos tenían acceso. El pelirrojo entró, con Samehada en la espalda y una mente callada y cansada luego del combate.  Un sonoro suspiro salío de su boca mientras se quitaba la espada del hombro y la depositaba en una mesa en la esquina de la habitación. Con cuidado removió las vendas que estaban sucias y dañadas y dejó descubierta la parte superior de Samehada. Poniendo su mano sobre ella como si fuera un perro al que acariciar el pelirrojo se dirigió hacia el centro de la habitación, haciendo crujir sus nudillos y moviendo de forma circular sus muñecas para lubricarlas. Era hora de comenzar lo que había venido a hacer.

Akira se encontraba en el centro de una habitación llena de espejos, así que sin importar a donde se dirigiera podría verse reflejado. El pelirrojo se aproximó a uno de los bordes y comenzó a examinarse como si fuese un paciente más, la situación era algo incómoda, principalmente porque estaba acostumbrado a realizar los exámenes pero no a recibirlos. Amarró su cabello en una pequeña coleta para que no se metiera en el camino y continuó. Su rostro sucio por el combate no parecía haber experimentado aún ningún cambio. Su sensación sin embargo había cambiado, su piel parecía ser un poco más rígida. De su vestimenta Akira produjo un trozo de papel, no muy grande y un trozo largo de carbón que de momento usaría como lápiz para anotar sus observaciones. Todas muy detalladas incluyendo hora y fecha de la examinación y lo que se había observado, lo único que no se mencionaría sería el nombre del paciente y sería por obvias razones. Nadie sabía de su implante y de momento pensaba mantenerlo así. Samehada parecía descansar con tranquilidad en la mesa donde la había dejado y de seguro nadie entraría por ahora así que prosiguió su auto-examinación.

Mientras revisaba todo, el pelirrojo pasó a su dentadura, parecía mantener su tonalidad y no tenía ningún diente de más o un colmillo extra saliendole por ningún lado, lo que era un alivio. Había actuado de manera muy impulsiva al implantarse un ADN desconocido pero era tarde ya para lamentaciones. Una examinación más meticulosa de su dentadura reveló que de hecho sus caninos si habían sufrido un cambio, estaban ligeramente más largos de lo que los recordaba y parecían también tener algo más de filo, fuera de eso se veían bastante normales. El pelirrojo contempló su rostro nuevamente dando por terminada la examinación del mismo. Sus manos parecían estar bastante normales, nada que destacar al respecto así que fueron omitidas de su reporte. El problema, sin embargo, vino al examinar su pierna. Ésta había sido el punto focal del implante así que probablemente sería la más afectada. Por un instante dudó en revisarla o no. A veces la ignorancia es dicha, pero Akira no pensaba ser dichosamente ignorante en esto. Era después de todo su propio cuerpo el que estaba en la línea. El pelirrojo tomó un kunai de sus herramietnas y lo utilizó para romper su pantalón justo desde la zona del muslo hacia abajo, guardando posteriormente la herramienta en su bolso y comenzando la examinación de su pierna.

Su pierna, como sospechaba si había sufrido cambios. Solamente el roce con la misma resultaba bastante desconcertante, el sentimiento era como si una membrana fina le cubriera y en casi su totalidad se había tornado de un tono blanquecino. Unas pequeñas escamas parecían estar desprendiendose de ella en las partes que había sido dañada durante el combate, y luego de removerlas con cuidado y con ayuda del kunai, notó que al desprenderse dejaban en su lugar, piel nueva y sin daño alguno. De seguro sería algo útil si aprendía a controlarlo. Adicional a eso la verdad los cambios habían sido sutiles. Al menos eso creía. El shock mayor que se llevó fue cuando luego de examinar su pierna, su ojo derecho comenzó a arder como si le hubiesen arrojado ácido encima, de verdad el ardor era como nada que hubiese experimentado antes. Por un momento consideró clavarse el kunai y removerse el ojo, ningún ojo era mejor que uno con ardor, hasta que el dolor comenzó a ceder, poco a poco pero a un ritmo constante. Y removiendo la mano que había usado para sujetarlo y cubrirlo instintivamente, pudo ver en el espejo que su pupila había cambiado... de la peor manera. Sería algo difícil de ocultar probablemente. Akira se quedó inmóvil viendo su reflejo en la habitación mientras trataba de asimilar lo que veía.

Al parecer su ojo se había vuelto como el de una serpiente, literal. Su pupila era ahora vertical y no redondeada, la forma tradicional de los ojos seguía de la misma manera pero ahora parecía tener un color ámbar, con una linea recta vertical atravesandola en el centro. Su visión se sentía normal, al menos por ahora. Pero su ojo no lo parecía. Akira se acercó al espejo y comenzó a palpar el ojo, verlo de una mejor manera y finalmente resultó haciendo algo que no debía, una pequeña cantidad de chakra se transmitió hacia su ojo, reflejandose en su portador y provocando en él una peligrosa visión, puro terror invadió su organimso al punto de tener una visión en la que era ultimado en este mismo lugar. Luego de un momento en el que perdió la conciencia, despertó para estar en el mismo lugar. Arrodillado justo en donde estaba hace unos segundos. Ese nuevo ojo parecía tener propiedades interesantes. Omitiría esa parte en el reporte. Pero el cambio sería obvio. Unas prácticas más le bastaron para controlar el ojo y su cabello le permitiría ocultar el ojo de momento, al menos un poco, hasta conseguir ocultarlo de alguna otra manera. El pelirrojo se acomodó en la mesa con un rostro inexpresivo y se mantuvo al lado de Samehada recuperandose un poco, su trabajo estaba lejos de haber terminado, pero al menos un corto descanso ya era bien merecido.