Katon Mawaru Hi: Vuelta de Fuego

Adentrandose por las vias subterráneas de Otogakure, se puede acceder a un dojo de entrenamiento en donde los ninjas de rango alto perfeccionan sus ataques para el combate. El lugar es desconocido para ninjas de bajo nivel, solo algunos maestros tienen el acceso pero la madre de Kushina, que se encargaba del mantenimiento de todas esas construcciones, tendría otros planes para su hija.

-Ven, rápido es por aquí. Si te quedas atrás te vas a perder, todos estos túneles son un laberinto para evitar que intrusos de otras aldeas lleguen al lugar correcto. Si cruzas mal en alguno de estos túneles podrias caer en una trampa y morir. Por eso no te quedes atras, Kushina.
-¿No era mejor entrenar en el bosque como siempre? papá y yo llevamos un buen ritmo en ese lugar, además, si me encuentran aquí me pueden sancionar. Es un lugar restringido para genin como yo, y tú muy bien lo sabes, mamá.
-Tu padre no podrá ser tu maestro por siempre. Tú no limpias sus heridas ni lo atiendes después de cada entrenamiento, él no puede seguirte el ritmo, eres muy buena para seguir entrenando con él. Vamos.

Por respeto a su madre, Kushina la sigue a medida que avanza por unos oscuros túneles de reducido tamaño con ayuda de una lampara de aceite. Las dos caminan por los angostos túneles, valiéndose del conocimiento que la madre de Kushina tiene acerca de las viejas construcciones.

Mientras avanzan, la madre de Kushina se detiene y voltea hacia su hija con una cara de susto que hace sonar las alarmas para Kushina. De inmediato un agujero al frente se abre y un tubo comienza a salor, Kushina rápidamente toma a su madre y la cubre con su cuerpo al momento en el que intensas llamas salen del pequeño tubo. El cabello de Kushina se endurece pudiendo resistir las fuertes llamas que se mantuvieron solo por unos segundos. Kushina retrae su larga melena convirtiéndola en cabello liso y suave nuevamente. Su madre respira aliviada al ver que se habían salvado de esa.
-¿Qué fue eso?
-Una trampa, pisé por accidente un bloque que no debí pisar. Lo siento.
-No te preocupes mamá, tal vez deberíamos volver.
-No, ya llegamos, al cruzar encontraremos el dojo.

Continuaron por el camino que venían. Ambas al cruzar se toparon con un callejon sin salida, pero la madre de Kushina al golpear la pared de fondo, se abrió una pequeña compuerta que daba hacia un dojo vacío con innumerables armas y herramientas para entrenar. Al entrar en el dojo la madre se sentó en un costado dejando libre a Kushina para que entrenara, ese sería su dojo personal, donde entrenaría todo lo que quisiera.

Al verse libre y sin nada que la reprimiera, Kushina comenzó a acumular chakra en su interior, tanto que comenzó a desbordar y ser visible desde fuera. Su cabello se levantó mientras manchas negras comenzaban a salir de un sello que tenía en su cuello, estas lograron moverse hasta abarcar la mitad de su cuerpo. Kushina entonces abrió los ojos de par en par y entró en posición de combate, rodeando sus manos y piernas de Chakra.

-¡Kushina detente! ¿por qué estas usando ese jutsu? tu padre te lo prohibió. Es un jutsu prohibido que nadie debería usar.
-Lo tengo bajo control, no soy como cualquier ninja de Otogakure, tengo una resistencia superior. Mientras que otros se sofocarían con este sello, yo puedo soportarlo por mas tiempo.
Como demostración a lo que estaba diciendo, Kushina continuó dejando salir manchas negras del sello en su cuello hasta que una mancha en forma de remolino logró formarse a mitad de su rostro cuyo centro terminó siendo su ojo izquierdo, el cual se tornó de un amarillo brillante que distaba mucho del color gris violeta de su ojo derecho.

Con más chakra del normal en sus manos y piernas, comenzó a caminar hacia un muñeco de entrenamiento que descansaba en una de las paredes del dojo, con sus manos rodeados de chakra lo movió hacia el centro del dojo para practicar algunas cosas con el muñeco. Kushina adoptó su habitual posición de combate frente al inmovil enemigo y comenzó a golpearlo con suavidad, pero tal suavidad dejaba marcas de puño en el maniqui cada vez que lo golpeaba. De manera sistemática comenzó a dar golpes y patadas mas fuertes y veloces con sus extremidades rodeadas de chakra, chakra que progresivamente se transformó en fuego al punto que cada golpe comenzó a incendiar partes del maniqui. La madre de Kushina observaba con sorpresa las habilidades que mostraba Kushina delante de ella, estaba entendiendo por qué su esposo terminaba tan golpeado después de los entrenamientos.

En un punto entendía que si se descontrolaba incendiaría todo el dojo. Por lo que decidió terminar con ese entrenamiento de una sola vez. Se detuvo delante del maniquí con las marcas de quemaduras en todo su cuerpo. El fuego se habia apagado del muñeco, pero no de sus manos. En sus piernas volvió a acumular chakra, haciendo brotar fuego de la planta baja de sus pies. Haciendo posiciones de manos concentró todo el chakra que puso en sus piernas y al abrir los ojos de par en par expulsó el chakra de sus piernas soltando de golpe dos bolsas de fuego que la impulsaron hacia arriba, rodeando al muñeco por los aires hasta caer detrás de él luego de dar varias vueltas por los aires gracias al impulso que le dió las dos bolsas de fuego que expulsó de la planta de sus pies.

Al caer detrás del maniquí volvió a adoptar una posición de combate y concentró todo el chakra que pudo tanto en sus piernas como en sus manos. Rápidamente golpeó la espalda del muñeco, hundiendo el puño en la madera del mismo. Pateó la parte baja del muñeco haciendo que cayera hacia ella, para luego patearlo hacia arriba y posteriormente saltar sobre el muñeco para apuntar sus dos puños hacia el centro de la figura de manera y posteriormente golpearla con tanta fuerza como pudo, destrozandolo en numerosos trozos de madera quemada.

Cayó al lado del muñeco con los puños apretados, lentamente giró hacia su madre con el rostro serio. Ella se asustó al ver a su hija con esa apariencia dividida, parecía ser otra con esas manchas y ese ojo amarillo. Rápidamente Kushina se golpeó el sello del cuello implantándose otro sello por ella misma que obligó a retroceder todas las manchas a su origen junto con el color amarillento de su pupila, torándose nuevamente gris violeta. Con una sonrisa corrió hacia su madre y la abrazo con fuerza.
-¡Gracias por traerme a este lugar! es perfecto para entrenar...