Katon Mawaru Hi: Vuelta de Fuego - Entrenamiento

Takeru abrió los ojos y se levantó de la cama después de haber disfrutado de un largo y profundo sueño. Todavía recordaba la terrible pesadilla que había tenido, en la que su hermano mayor le mostraba con un poderoso Genjutsu una y otra vez como había acabado con la vida de muchos de los miembros del clan Uchiha, así como de sus padres y después le torturaba, para después, arrancarle sus ojos y matarle. El Uchiha tenía malestar general en su cuerpo, por eso decidió no desayunar nada, no obstante, eso no supondría un impedimento para entrenar un nuevo jutsu de su naturaleza de chakra. El ninja de tez pálida y cabello de color ónix se vistió su atuendo habitual. Luego tomó su protector shinobi, con el símbolo de Otogakure no Sato inscrito en él y lo ató sobre su frente, como solía hacer en la mayoría de las ocasiones. Una vez estuvo listo y hubo dejado en orden su habitación, el Uchiha decidió salir de aquella estancia para dirigirse al Dojo de entrenamiento, tenía que perfeccionar sus habilidades si quería cumplir su ansiado objetivo: aniquilar a su hermano mayor.

El Uchiha comenzó a caminar por uno de los múltiples pasillos que conformaban Otogakure no Sato, el cual tan solo estaba iluminado por antorchas separadas unos cuantos metros entre si. El joven ninja se desplazaba con bastante parsimonia, intentando no romper el silencio que reinaba en el lugar, concentrado en el entrenamiento que llevaría a cabo en el Dojo de Entrenamiento, en el cual intentaría aprender una nueva técnica del elemento Katon, su naturaleza de chakra, al igual que el resto de shinobis que pertenecían a su mismo clan, el linaje de los Uchiha.

Finalmente, el chico llegó a la puerta en donde se encontraba el Dojo de entrenamiento de Otogakure no Sato. Abrió la puerta y accedió al interior de aquella estancia. Se trataba de una habitación cuadrangular, de unos 10 metros de lado. Se podía ver una escultura de piedra de una serpiente, la cual tenía dos antorchas en cada uno de sus ojos, las cuales servían para iluminar la estancia. En su interior no se encontraba nadie, como era de esperar, pues todavía era bastante temprano y la mayoría de los ninjas de la aldea estarían durmiendo en sus respectivas habitaciones.

— "Veamos... Lo primero que debería hacer es intentar acumular una porción de mi chakra en la planta de mis pies. Luego debería intentar moldear el chakra en esa misma zona para llevar a cabo la transformación de la naturaleza del mismo. Finalmente debería usar ese chakra para esquivar posibles ataques y poder posicionar mi cuerpo cerca del de mi oponente en un abrir y cerrar de ojos. No cabe duda ninguna, está claro que esta técnica me podrá ser de gran utilidad en un futuro no muy lejano, además, cuanto mayor sea mi repertorio de técnicas mucho mejor" — reflexionó el Uchiha haciendo un breve análisis de la técnica que iba a entrenar en aquel lugar.

El joven ninja comenzó a correr suavemente y a realizar unos ejercicios de movilidad articular para calentar su cuerpo y poder tener un mayor rendimiento en el entrenamiento. La rutina que seguía todos los días que iba a entrenar  nuevas técnicas o mejorar su preparación física. La última parte de su rutina, pero no la menos importante, era la que consistía en estirar todos los grupos musculares de su cuerpo, para mejorar su flexibilidad y evitar posibles lesiones.

Había llegado el momento de realizar la parte más importante de todas, el desarrollo y práctica de su nueva técnica. El Uchiha comenzó acumulando pequeñas cantidades de su chakra en la planta de sus pies, al principio  no lograba controlarlo y se desestabilizaba, pero tras unos cuantos intentos y con bastante esfuerzo y tesón, logró completar esa fase del entrenamiento con sumo éxito, sin embargo, todavía le faltaba por completar el otro cincuenta por ciento restante del desarrollo de esa técnica. Él sabía que podía lograrlo si daba lo mejor de si mismo.

Takeru volvió a acumular una pequeña parte de su chakra en la planta de sus pies y cuando estuvo estable, el ninja de Otogakure no Sato comenzó a moldearlo con bastante éxito, pues en el primero de los intentos pudo observar como en sus pies se había vuelto de una gama de rojo. Dobló levemente sus rodillas, situó sus caderas alineadas con sus rodillas y con sus pies, manteniendo la espalda recta y se impulsó, dando un salto potente hacia delante, situándose encima de la cabeza de la escultura de la serpiente en un abrir y cerrar de ojos.