Dan Shishigami no Jutsu: Melena Furiosa de León

-Kushina, para muchas personas los ninjas somos considerados armas.
-Tú no eres un ninja, papá.
-Que no digas eso... como iba diciendo, para muchas personas los ninjas ¡somos! considerados armas, por eso nuestro cuerpo entero debe convertirse en un arma. Con esto quiero decir, que desde tu dedo meñique del pie hasta la punta de tus cabellos, son armas.
-Solo es un dedo y cabello, papá.
-Kushina, deja de contradecirme y presta atención. Tu cabello es largo y he visto a muchos ninjas usar su propio cabello como arma, lo usan como espadas, cuchillas o simples extensiones de sus brazos para pelear.
-Es muy interesante, pero tengo una pregunta ¿por qué entrenamos con disfraces de elefantes?

En una plantación de arroz cercana a la casa de Kushina, padre e hija entrenan con sus peculiares disfraces de elefantes. El padre no presta mucha atención a la pregunta de Kushina y junta sus manos.
-Concentrate, la clave está en sentir el chakra que tienes en cualquier parte de tu cuerpo. Aunque no lo creas, en cada me chon de ese cabello rojo que tu tienes hay chakra. Como te dije, la clave está en sentir ese chakra y controlarlo. ¿Entiendes?
-No, tendrás que mostrarme como hacerlo.

Resignado, el padre le indica a Kushina que junte sus manos y se concentre tal como lo habìa hecho cuando intentaba controlar la habilidad para sentir el chakra de las personas.

-Kushina ¿lo sientes? ¿Puedes sentir el chakra que recorre tus mechones de cabello? Es una clave para poder desarrollar esa habilidad.

Con una ceja saltando de rabia cual tic nervioso, Kushina continúa concentrándose para sentir el tan aclamado Chakra del que habla su padre. Sin embargo, las insistentes preguntas de su maestro la desconcentran; tantos "¿Lo sientes?" o "¿Estas concentrada en el chakra?" le quitaban la concentración que precisamente necesitaba para sentirlo. Claro, en sus adentros si percibía todo el chakra de su cuerpo, desde sus pies hasta su cabeza, eso ya lo habia superado. Pero sin que su padre lo supiera Kushina, pues en ningun momento le habia dicho, ya estaba intentando controlar ese chakra que circulaba por cada hebra de su cabello.

-Ya callate, papá
De un momento a otro su padre dejó de hablar por un buen tiempo, cosa que a Kushina le pareció raro, pero no le prestó atención. Ella mientras tanto, aun con los ojos cerrados y las palmas juntas, hacía fluir el chakra en su interior, lo cual sin saberlo, estaba dando resultados. Luego de unos segundos, sintió como alguien le tiró del cabello, haciendo que reaccionara y abriera los ojos con extrañes.
-Que rayos...