Entrada Oficial de Otogakure

La entrada de Oto es muy anormal comparado a otras aldeas. Otogakure no Sato no cuenta con ninjas que cuiden la entrada y salida del lugar, sin embargo ingresar siendo hostil es firmar tu carta de suicidio. Son pocas las personas que tienen autprizado el paso, por ello si dentro de la aldea sus ninjas encuentran a un desconocido: tienen ordenes de Captura.

OFF: El ingreso a la aldea es libre, pero dentro de ella es muy probable encontrarse con dificultades.

Continué corriendo algunos minutos, lego de ello me fatigue. Busqué con la vista algún lugarpara descansar no había nada cerca mas que una cueva a relativa distancia. No tenía ganas de buscarmela así que seguí con mi camino. El país de los campos de arroz le hacía honor a su nombre, pero eran solo eso: "campos" mas no Cultivos. Eran grandes y secos, al parecer tenían sequía temporal. la tirra bajo mis pies estaba cuartead por el sol. Habían pequeños caminos como sanjas o asequias pero completamete seacas. Notaba frente a mis ojos el contraste entre El país del Fuego y el delos campos de arroz. Pasando unos minitos me acomodé a un lado del camino para tomar asiento. Frente a a mi había un pequeño árbol de mangos que ya estaba dando sus primeros frutos. Aunque estaban verdes aun, no había probado bocado en un buen tiempo por ello aproveche en comerlos.
Reposé unas horas y continué la caminata, caminaba a ciegas pues no conocía la pequeña aldea no saba seguro de a cuanta distancia estaría.

**** Luego de perderse en el país de Los Campos de Arroz, Obito por fin se encaminó correctmente****

Mi caminata se volvió lerda, pero en ello noté algo que llamaba mi atención... Corrí sin importarme el dolor de pies hasta llegar a lo que parecía ser las puertas de Otogakure no Sato. Era un camino hacia el sub-suelo,  bajé por las escaleras y observé solo estatuas de honor y pinturas en las paredes. Al parecer nadie cuidaba la entrada, pero seguía siendo una villa escondida y debia tener cuidado.

-Así que esta es la villa que fundaste... Shisui- susurraba mientras iba ingresando a la aldea. No tenía ganas de ser indiferente a las reglas locales así que intenté no aparentar agresividad.
Off:
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Akira fue llevado por el enmascarado hasta Otogakure. Le había prevenido que el viaje por sus medios podía causarle confusiones y mareos pero al estar más acostumbrado a los efectos de las técnicas espacio-tiempo al menos estos no fueron tan graves - Eso fue... distinto. - dijo el pelirrojo llevandose la mano a la cabeza una vez se habían materializado en su lugar. - Bueno, no pasa nada. No ha estado tan grave como dijiste. - finalizó sacudiendo a los lados la cabeza como un perro al secarse. Akira prestaba atención a todo lo que el enmascarado le decía. Extraña filosofía pero la verdad no era una idea descabellada, dejar la puerta abierta puesto que parecía ser más una villa militarizada que una comercial como las grandes aldeas de los países principales. Eliminar la (hasta cierto punto) debilidad de tener que siempre permitir el acceso a mercaderes y demás desconocidos en la aldea. Era bueno saber que estaban tan cerca del país del fuego, y bastante sorprendente de hecho que estuvieran bajo las narices de Konohagakure y estos prácticamente no lo hubieran notado. La oferta sin duda era atractiva, y a pesar de todo su kunai parecía haber desaparecido ya así que el viaje lo debería hacer a pie de una o de otra manera por lo que nada perdía con tardarse un poco demás. - Claro, guíame hacia allá. - dijo Akira situandose detrás del sujeto para ingresar en Otogakure.

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“Maldición, aquella especie de encuentro parece ser una burda mentira”, pensé para mis adentros con un gesto de desaprobación y decepción profunda, no había podido sacar nada en claro de todo aquello y me habían hecho perder mi valioso tiempo, Joder, menos mal que aún tengo esto, musite para mis adentros agarrando lo que parecía una especie de pergamino de misión, supuse que sería para un shinobi más experto de lo que podía ser yo, pero ¿Qué perdía  por intentar realizar el encargo?, pues por ello y con cierta calma me dirigí hacia los campos de arroz, lugar se desarrollaría la supuesta caza de la criatura que se mencionaba en la misión, la gente parecía haber abandonado al menos en parte las calles, era una hora más avanzada a la que anteriormente había pasado por el sitio, quizás por ello el lugar estaba mucho más desértico que de costumbre.

No tenía claro que me encontraría al llegar al sitio, quizás solo sería otra broma o mentira absurda, una de tantas con las que me había topado hasta ahora, la verdad es que no tenía la menor de las ideas pero por intentarlo no perdería absolutamente nada, quizás incluso y si era afortunado podría demostrar mi valía y avanzar dentro del mundo shinobi, era mucho suponer pero era interesante. El día estaba más que claro y pocas nubes rondaban el cielo, el silencio era casi presa del sitio, no habiendo mucho sonido en el ambiente, el aroma era de comida recién hecha que parecía extasiar el lugar, recorriéndolo, el sueño y el letargo habían desaparecido totalmente de mi cuerpo, quizás por la excitación de la misión o descubrir si era una trampa o una misión real, intentaría de todas formas hacerme con el ansiado premio y capturar al animal que se solicitaba en el pergamino, ¿Sería capaz de llevar a cabo esta hazaña?, solo el tiempo y la determinación del joven dictaminarían el resultado de la misión.

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Ya queda bien poco vamos a ello, sonreí viendo la entrada de la villa a la pertenecía, estaba de lo más excitado y nervioso por haber cumplimentado mi primera misión, esprinté un poco más sin miedo de que el animal pudiera caerse de mi espalda pues en el trascurso de mi viaje había encontrado una cuerda que había usado para asegurar a dicho animal a mi espalda de modo que sus extremidades afiladas no pudieran dallarme además de que quedara mejor puesto de cara a que no se cayera o pudiera recibir ninguna clase de golpe, sudaba levemente quizás por haber consumido una buena cantidad de agua hidratándome en los campos de arroz, ¿Cuánto tiempo había pasado?, quizás unas cuantas horas desde la captura de semejante bicho, nada fácil por cierto tengo que reconocer, las heridas habían sido lavadas y limpiadas para evitar infecciones y me había quedado de estreno tras hacer una serie de pausas en el camino, intentado que la noche no se me echara encima y poder estar fresco para la llegada de la aldea.

La verdad es que nunca de sorprenderme, musite contemplando ahora mucho más de cerca la entrada a la villa, con rapidez la cruce con rapidez, siempre había tenido la curiosidad de saber cuánto tardaría en recorrer desde la entrada de la aldea hasta el despacho del Otokage, quizás esta fuera la oportunidad perfecta para ello, así que, más que concienciado, compruebe que el animal estaba perfectamente atado y que los amarres no habían cedido lo mas mínimo, con ganas y rapidez me coloque en posición de salida como si fuera a realizar una maratón, el sonido del inicio se creó en mi mente como un falso estimulo comenzando a correr con premura por el sitio hacia mi destino, no era nada difícil aquello, aunque correr esquivando a las personas del sitio y caminaban tranquilas y cargar con el animal complicaba levemente la cosa, era una especie de reto personal que haría mucho más ameno y divertido la caminata hacia el despacho del Otokage, dejando la  mente divagar en la posible recompensa que podría obtener.

Takeru había estado sin hacer nada la última semana, pues había decidido tomarse un poco de tiempo sabático, no obstante, había llegado a su poder una invitación bastante peculiar. El feudal del País del Viento había decidido organizar un evento para celebrar el cumpleaños de su hija Rubí, enviado varias invitaciones a los shinobis de las diferentes villas ocultas. Por todo esto, el Uchiha se había levantado temprano aquella mañana, para realizar todos los preparativos que correspondían a una situación así, desayunar y comenzar su viaje hacia Sunagakure no Sato.

Takeru no tardó demasiado en llegar al lugar que le conduciría afuera de Otogakure no Sato. La entrada no estaba vigilada por guardias como en otros lugares, no obstante, eran pocos los que se atrevían a ingresar en aquel lugar por los peligros que conllevaba, pues las fuerzas militares de la villa tenían la orden de acabar con cualquier extraño que se encontrase en las inmediaciones del territorio controlado por el Otokage. Con todo lo necesario para emprender su viaje, el moreno marchó rumbo a la capital del país, desde donde tomaría la ruta para llegar al País del Fuego y, posteriormente, al País del Viento.

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