Habitación de Takeru Senju [13AB ]

Me habían ingresado de urgencia en el hospital de la Villa Oculta de la Niebla, algo lógico y más sabiendo lo duro que había resultado aquel combate para mi. Varias de las zonas de mi cuerpo habían sido seriamente dañadas (huesos rotos, músculos dañados...) y el veneno se encontraba en el interior de mi cuerpo, estaba destruyendo mi organismo poco a poco. Con el tratamiento adecuado lograría recuperarme, los daños eran graves pero no mortales y gracias a la gran capacidad de regeneración que teníamos los miembros del clan Senju, lograría recuperarme sin tener ninguna secuela. No me gustaban los hospitales y mucho menos si era yo quien se encontraba ingresado en aquel lugar tan deprimente para mí. Debía tener un poco de paciencia, los procesos de recuperación también formaban parte del buen desarrollo de un verdadero shinobi. En ese momento alguien petó en la puerta de mi habitación, seguro que se trataba de algún shinobi médico, era momento de recibir el tratamiento:

— ¡Adelante, puede pasar! — dije alzando un poco la voz — A ver si no tardan mucho en proporcionarme un tratamiento, no puedo perder mi tiempo en un hospital — dije impaciente mientras observaba quien entraba en la habitación.

300 PV - 75 PV (Envenenamiento) = 225 PV
690 CK

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Akira había culminado la dominación de una nueva habilidad, su cabello le ayudaría a cubrir de momento lo que parecía ser un añadido al que debería encontrar una solución y/o explicación, asumiendo que quisiera mantener el secreto de su implante. Su cansancio era demasiado para querer mantener su entrenamiento así que de momento lo mejor sería ir a ver a Takeru, y de paso recuperarse en el hospital, que conociera más sobre la anatomía humana que los shinobis promedio no siginificaba que por eso pudiese explotar la propia a tales niveles. Un descanso en el hospital sería lo mejor para recuperarse de tan ardua batalla. Al aparecer en el hospital su condición había mejorado pero no era la óptima así que se dirigió directo a preguntar por su aprendiz, la información que le dieron indicaba que estaba en la habitación 13AB, en la lejana ala noreste del hospital. El pelirrojo partió hasta la habitación y al encontrarse fuera, tocó en la puerta, la educación jamás debía perderse.

Akira escuchó las palabras de quien parecía ser Takeru y sonrió, abriendo la puerta para pasar y cerrandola tras de sí, una vez estuvo dentro. - Vaya, tan impaciente como yo. - dijo poniendo a Samehada cerca de la ventana entre las dos camillas que todas las habitaciones tenían y lanzandose a la camilla libre. - Lo hiciste bien allá. - dijo contemplando el techo de la habitación, perdido en su pensamiento. - Cómo te sientes? - preguntó girando a verle, su zuculenta cabellera aún cubriendo su ojo derecho que ahora tomaba la apariencia del ojo de una serpiente.

Vaya sorpresa, no me esperaba que detrás de la puerta se encontrase el maestro Akira, pensaba que, al igual que yo, todavía se estaría recuperando de aquel duro convite contra los invasores. Según él, yo era tan impaciente como él, aspecto de su personalidad que disimulaba bastante mejor que yo. Colocó su gran espada entre las dos camas que había en aquella habitación y se lanzó a la camilla que estaba libre. Akira me felicitó por mi estupendo comportamiento al ayudarle a vencer la Villa Oculta de la Niebla de aquellos invasores y luego se interesó en saber como me encontraba. No pude evitar mostrar una leve sonrisa, Akira era mi maestro y le había cogido mucho aprecio en un corto periodo de tiempo. Me incorporé un poco y me dispuse a responder a su última pregunta:

— Estoy un poco mejor maestro Akira, sin embargo, los médicos dicen que el tratamiento durará un poco ya que he sufrido serios daños en el último combate. Es un rollo tener que esperar a que mi recuperación llegue a su fin pero es lo que hay — resumí brevemente — Tú veo que estás estupendamente maestro, ¿o me equivoco? — dije mostrando interés.

Akira escuchó su respuesta atentamente, se preocupaba por el chico. - Bueno, el cuerpo siempre tarda en adaptarse, pero parece que si, te recuperarás pronto. Unas horas más acá con el tratamiento adecuado y todo estará bien. - Dijo poniendo ambas manos detrás de su cabeza. - Podría estar peor, al menos por como estuve en el combate. Pero me estoy recuperando. Solamente lo disimulo mejor. - dijo soltando una pequeña risa. -Además.... - dijo pausando por un instante tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar su situación. - He encontrado algo. - dijo vagamente - No es un arma, pero ciertamente puede valer lo de unas cuantas. - dijo intentando ser sutil, de igual manera estaban en un lugar público y no se sabía que tan bien visto sería un implante de células desconocidas en el kage de la aldea. - Creo que mejor te lo enseñaré. - dijo poniendose de pie y quedandose al lado de Takeru, su mano izquierda removió su cabello y reveló ante su aprendiz un ojo color ámbar, rasgado en el centro e identico al de una serpiente.

Akira coincidió conmigo en su opinión y añadió que, al parecer, en unas cuantas horas más en el hospital, recibiendo el tratamiento adecuado, lograría estar de nuevo al cien por cien. Akira también estaba un poco tocado de aquel combate, sin embargo, como él decía, lo disimulaba mejor que yo. Había encontrado algo, no se trataba de un arma pero, sin embargo, podía valer lo mismo que unas cuantas. A que se referiría? Estaba dispuesto a enseñármelo. El maestro Akira se levantó y se puso a mi lado, llevó su mano izquierda a su cabello y se apartó un poco un par de mechones, que cubrían uno de los laterales de su rostro. No podía creer lo que estaba viendo, uno de sus ojos presentaba un color ámbar, con una pupila rasgada, similar a la de una serpiente, se parecía a los ojos de Shisui, el shinobi con el que me había enfrentado en el examen de ascenso a Chunin. No pude evitar contener en mi mente lo que estaba pensando, así que solté con muchísimo descaro:

— Qué cojones estoy viendo? No me puedo creer lo que estoy... pero, ¿cómo?... ¿cuándo? Cuéntame que ha pasado maestro — bramé con ímpetu.

Akira soltó una carcajada al mismo tiempo que una sonrisa de satisfacción. - Bueno... cuando partiste a los exámenes... digamos que me lo topé por casualidad, y mi experimentación me llevó a tomarme a mí mismo como sujeto de pruebas. Es más seguro de esta manera. No podía después de todo arriesgarme a dañar a alguien más. - dijo regresando a su camilla, pero sentandose levemente sobre el borde nada más. - Pensaba mencionartelo, junto con el asunto de Mizukage... pero tardaste en volver y tuve que actuar. - Dijo levantando los hombros excusandose al respecto. - No está siendo sencillo controlar esto, ciertamente no esperaba que hubieran signos tan significativos en tan poco tiempo... pero supongo que es lo que hay. - Dijo hubicandose mejor en el lugar. Takeru estaba bastante malherido, a pesar de que parecía mantenerse de una pieza y no sucumbir ante el dolor o desesperación. - Lo que me lleva al siguiente punto... No se como te parezca la idea. Pero... si quisieras, ahora puedo cultivar al menos una parte de lo que... me hizo así. De mi propia sangre. Y hacerte la transfusión. De seguro el efecto será al menos un poco más tolerable. Y contarías con mi ayuda para los cuidados médicos. - Dijo con una mirada seria, ambos ojos fijados en su aprendiz para esperar su respuesta.

El maestro Akira no pudo evitar soltar una carcajada para dejar ver luego un sonrisa de satisfacción. Según me contó, cuando yo había partido a los exámenes de ascenso a Chunin, él se lo había "encontrado por causalidad", una cosa había llevado a la otra y se había convertido en "conejillo de indias" de algún tipo de experimento desconocido por mí. El maestro pensaba contármelo, al igual que la noticia de que había sido nombrado Mizukage, sin embargo, yo había tardado en volver y se había visto obligado a actuar. El diálogo se estaba tornando cada vez más y más interesante pero la cúspide del mismo fue cuando el maestro Akira, ahora Mizukage de la Villa Oculta de la Niebla, me comentó que podía "cultivar" parte del ADN que lo había semi-transformado en una especie de serpiente. Tan solo necesitaba parte de su propia sangre y hacerme una transfusión, estaba convencido de que el efecto sería más tolerable en mi de lo que lo había sido en él y sumado a eso, contaría en todo momento con su ayuda para los cuidados médicos, tan solo tenía que dar una respuesta:

— ¡Acepto maestro! — dije con motivación.

Vaya, eso fue más sencillo de lo que creí. - Dijo Akira sonriente. - Entonces... deberemos recuperarnos primeramente del combate. Una vez ambos estemos en forma otra vez, ve a mi casa. Sólo. Y allí llevaremos a cabo el procedimiento. Si yo no he llegado sientete libre de quedarte o de volver luego. Debe haber algo de comida en el refrigerador si te da hambre. Yo no creo tardar más que tu en llegar. - concluyó asintiendo con la cabeza como reafirmando el plan. El pelirrojo pasó su mano al mango de Samehada y poniendola en su espalda se dirigió a la puerta. - Nos vemos, Takeru. - dijo finalizando mientras salía por la puerta. Al salir notó que la habitación de al lado estaba vacía así que cambió la ficha de "libre" por una de "ocupado" al mismo tiempo que instruyó a una enfermera que paaba por allí que notificara que la habitación estaría ocupada y se retiró a su propia camilla a recuperarse. Rápidamente perdió la conciencia y se quedó dormido, con su espada a pocos centimetros de su mano, sobre la misma cama. Se había ganado, al igual que Takeru, un buen descanso.

Akira pensaba que resultaría mucho más difícil haberme convencido para realizar aquel implante de ADN. Lo único necesario para llevar a cabo dicho proceso era recuperarse de los daños recibidos en el encuentro que se había desenvuelto en la entrada de la villa. Después de estar de nuevo al cien por cien, me reuniría con el maestro Akira en su residencia. Si el todavía no hubiese llegado cuando yo lo hubiese hecho, podía sentir total libertad para quedarme e incluso podía tomar algo de la nevera. El maestro no quiso dialogar más y tras coger su enorme espada "Samehada" salió de la habitación en donde yo me encontraba. Seguro que tenía cosas que hacer después de la invasión.

Las últimas horas en el hospital habían sido terribles y es que el tratamiento había sido bastante doloroso, a pesar de ello, había merecido la pena, ahora me encontraba de nuevo en plena forma. Solo tuve que perder un par de horas para que me diesen de alta y en cuanto me la dieron no perdí el tiempo, me dirigí rápido a la residencia del maestro Akira. Era el momento de meterse de nuevo en manos de un ninja médico pero esta vez, en manos del mejor que conocía.

Mientras había dormido, Akira recibió tratamiento en el hospital. Despertó al cabo de unas horas con intravenosa, almohadas nuevas y por poco hasta una máquina de diálisis y atuendo distinto. Por fortuna no había sido necesario así que el pelirrojo pudo removerse los aditamentos médicos una vez despertó y salir hacia donde debía, después de todo tenía asuntos pendientes con Takeru. Akira se levantó haciendo crujir sus huesos como hace tiempo no lo hacían, tanto en la espalda como en sus manos y llevando a Samehada en su espalda, se dirigió hacia la salida notificando al hospital que la habitación estaba libre para ser usada nuevamente. Al poco tiempo de salir del hospital Akira estaba en la zona residencial y se dirigió hasta su residencia en la que de seguro Takeru ya esperaba.