Rumbo a un nuevo destino (3)

Aquella noche, la caravana llegó silenciosamente al País de la Hierba como si de una oleada humana se tratase, una enorme y majestuosa. La poca luminosidad de una luna menguante la cobijó con la protección de la invisibilidad sobre la densa vegetación. Aunque, dicho sea de paso, se entra en la encrucijada de si acaso eso importa, dado que no había nadie más allí, salvo las personas que ya iban en aquel viaje con rumbo a... sabe dios donde.

Yo tenía contactos de todos tipos: fuertes, débiles, importantes, intrascendentes, viejos, jóvenes, astutos, ignorantes. Y todos ellos contaban con una sola similitud: verdadero amor por el dinero. A éste en particular se le notaba una pestilencia fresca, mañanera. El hombre llevaba una botella de sake para acompañar la conversación:

— Te he hablado a ti porque no conozco a nadie que recorra más rápido que tu en estes lugares. Me han hablado maravillas de tus increíbles habilidades para conocer el terreno y de tus rápidos caballos — miré de reojo a aquel hombre y proseguí — ¿Estarías dispuesto a llevarme esta misma noche al País de la Cascada? Tengo asuntos importantes que resolver allí y que requieren de mi presencia — dije mostrando mucha calma, acompañada de mucho misterio.

La conversación siguió por veinte minutos más en los que yo aproveché para descansar un poco y para comer, era de vital importancia reponer fuerzas para poder continuar con el viaje. El sujeto que se hallaba frente a mi se terminó la botella de sake sin ningún efecto alcohólico aparente. Al parecer, el dicho era verdad: "El bebedor no se emborracha con una botella, pues es para él como querer aplacar la sed con un trago de agua". Se acercó a mi, montado en un caballo de color negro y dijo:

— De acuerdo. Partiremos en cinco minutos, puedes ir montando a Rocinante si lo deseas — dijo sacando la respuesta de la manga, sin que yo me lo esperase.

Rocinante era un caballo de color gris, con un pelo muy bien cuidado y con una muy buena constitución física. Con un poco de suerte, ya habríamos llegado al País de la Cascada para la hora del almuerzo. Necesitaba encontrar aquel tesoro, si lograba hacerme con él podría aumentar en un porcentaje muy alto mis estadísticas para ganar un combate contra un oponente de características similares a las mías. Era una oportunidad única e irrepetible, esperaba que no hubiese sido un falso chivatazo.

Takeru escribió:
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Me había pasado gran parte de la travesía pensando en muchas cosas a la vez y por ello se me había pasado el viaje muy rápido. En ese momento me encontraba corriendo a gran velocidad, ya en el País de la Hierba, una pequeña país se encuentra geográficamente cercano a mi antigua tierra, el País del Fuego. Se trata de una tierra que no posee una aldea ninja, debido a que no es influenciado por otros países y a que está protegida de ellos por una exótica y variada vegetación y por un clima bastante extremo: o hacía mucho calor o hacía mucho frío.

El clima no era óptimo para viajar ya que se presentaba con una sol arbasador y con bastante humedad, sin embargo, no podía permitirme el lujo de esperar que el clima cambiase, o de lo contrario, lo único que conseguiría sería retrasar todavía más mi ascenso. Caminando por aquí y por allá, por distintos lugares de aquel país, pude reparar en que la mayoría de sus habitantes usaban sombreros de paja, igual se trataba de alguna arraigada tradición, pues yo no le veía mayor uso que como un mero complemento decorativo.

Habían pasado un par de horas, me encontraba cerca de la frontera con el País del Fuego, eso me traía recuerdos del pasado, de una época en la que yo todavía vivía en la Villa Oculta de la Hoja con mis progenitores y de una época en la que vivía atrapado en una vida llena de mentiras, falsas esperanzas y fantasías. No podía permitirme el lujo de que esos pensamientos distrajesen mi mente, yo tenía un objetivo, desempeñar un buen papel como shinobi de la Villa Oculta de la Niebla y conseguir que el maestro Akira estuviese orgulloso de mi, su pupilo. Un paso más y legalmente, me encontraría en el País del Fuego: — "Hogar, dulce hogar" — pensé con sarcasmo.

Seguí caminando, en silencio, escuchando el ruido de las hojas al pisar en ellas y del viento moviendo las ramas de los árboles. Pronto llegaría a mi destino y quien sabe, igual me encontraría a alguno de mis antiguos compañeros en la Villa Oculta de la Hoja, se llevarían una "grata sorpresa" al verme. El viaje estaba siendo un poco aburrido sin Akira pero estaba seguro de que merecería la pena, al fin y al cabo, un shinobi tenía que saber apreciar el valor del silencio.

Decidí parar para descansar y a recuperar fuerzas, por ese motivo, ejecuté el sello del carnero para mejorar mi estado físico y acto seguido ingerí una Píldora del Soldado para recuperar chakra y estar preparado para cualquier imprevisto.

Canalización de Chakra:

Canalización de Chakra:

Hyōrōgan: Pildora del soldado:

925 PV + 150 PV = 1075 PV
750 CK + 150 CK = 900 CK

OFF: Vengo de aquí https://naruto-storm.forosactivos.net/t3530-la-leyenda-de-la-cueva-legendaria#16830