El mundo de los genjutsu - Parte 1

Una calurosa noche de verano... Ryuji se encontraba durmiendo en su cama, aunque aparentemente carecía de la comodidad habitual que siente uno durante el sueño. -Ah... no... eso no.- El joven se encontraba hablando mientras dormía, con una expresión perpetua de desconformidad, de su frente corrían gotas de sudor por efectos del sueño que tenía, o tal vez fuera más preciso decir que era una pesadilla. -¡Ah! ¡Ya detente! ¡Más genjutsu no, por favor!- Era uno de esos clásicos sueños en que la persona trataba de despertarse, soñaba que se estaba despertando y de hecho actuaba como si tuviera un sueño dentro de su sueño. En este caso, tenía pesadillas donde le usaban genjutsu, con enemigos que eran grandes maestros del genjutsu que sabían controlar la situación para que el oponente no escapara por medios normales. Cada vez que Ryuji se aplicaba daño a sí mismo o conseguía que alguien le pasara chakra, resultaba en un caso ficticio del genjutsu enemigo, y mientras tanto era constantemente atacado por situaciones que lo mataban una vez tras otra.

Era solo un sueño, por lo que a diferencia de un genjutsu real, en este caso no sentía ningún daño en su cuerpo, solo creía que así era por lo que estaba viendo en este. Esta pesadilla era resultado de enfrentamientos anteriores con verdaderos expertos en usar genjutsu; situaciones en las que los genjutsu eran tan fatales que no había más opción que soportarlos… pero esto no era del todo cierto. Si Ryuji hubiese aprendido a una técnica apropiada para escapar de los genjutsu, aquello no hubiese ocurrido.
Su cuerpo se movió hacia un lado, hacia el otro y a veces se acurrucaba. En cuestión de minutos, el propio sudor en la cama sería lo que le haría despertar. -¡AH!- Un alarido al momento de recuperar la conciencia. -‘Esto… no puede ser. Tengo que hacer algo…’- Sujetándose la cabeza, Ryuji pensó al respecto y tomó una decisión. Ese mismo día buscaría a un experto en el dominio del genjutsu y le pediría que le enseñase alguna técnica por la cual escapar de estas técnicas, aunque tuviese que soportar muchos genjutsu en el entrenamiento.

A la mañana siguiente, Ryu salió a caminar por la aldea. Debía encontrar a la persona adecuada para este tipo de entrenamiento, una persona realmente inteligente o conocedora de los genjutsu. Para esto pasó por la academia a preguntar, algunos nombres se agregaron a la lista. Seguidamente visitó el edificio principal del Konoha, donde otros nombres aparecieron y otros se repitieron. Debido a las referencias obtenidas y a su propia experiencia con estas personas, Ryuji decidió hablar con una persona en particular… un anciano medio hermitaño a quien le gustaba vivir en los límites de la aldea, en un lugar apartado por una zona arbórea. Tras tomar la decisión, el camino estaba claro, así que se dirigió hasta allí sin dudar ni un momento.
Un viaje relativamente corto. En cuestión de 10 minutos ya se encontraba en el borde de la aldea… aunque esto también podía deberse a su entrenamiento físico como ninja. El caso es que una vez delante de la casa, Ryuji se acercó a tocar la puerta. -¡Hola! ¡Señor Fumeko! ¿¡Se encuentra ahí dentro!?- Ryuji llamaba a la puerta pero no recibía respuesta.

Una vez cansado por la falta de respuesta, el joven se da vuelta para regresar… quizás encontrase al anciano en los alrededores del hogar. Sin embargo, tan pronto se dio vuelta, la silueta de un hombre mayor cubierto de cabello blanco sobre su cabeza y en su rostro, se encontraba justamente delante de él. -Maaa… ¿qué estás haciendo tú aquí?- Ryu estaba impactado, no había sentido su presencia hasta el momento. -Oye… ¿tú eres el señor Fumeko?- El hombre asiente. -Así es. Ahora dime que quieres conmigo.- El joven estaba sorprendido, pero bajó la cabeza para pedirle al hombre con respeto. -Señor… mi nombre es Ryuji Kamamura. Soy un ninja especialista en taijutsu y un Jounin de esta aldea. Quisiera saber si era posible que usted me dedicase un poco de tiempo para aprender sobre la resistencia al genjutsu.- Fumeko comenzaría a rascarse la barba pensando respecto a lo que le habían dicho. -Un especialista en taijutsu dices… ciertamente enseñarle a una persona así resultará muy difícil…- Ryu levantó la cabeza y lo observó fijamente a los ojos. -¡Por favor! Prometo que daré lo mejor de mí para este entrenamiento.- El viejo lo observó fijamente. -Muy bien. Pareces un buen sujeto. Si, creo que podré enseñarte algo de genjutsu. Sígueme por favor.

Una vez terminado el comentario del viejo, este caminó a un lado de Ryuji, abrió la puerta de la casa y entró al edificio. Pronto ambos estaban adentro. La casa era bastante pequeña, un monoambiente, pero estaba cargada de artilugios de todo tipo, como si el viejo Fumeko resultara ser un verdadero coleccionista. -Este es mi hogar, se bienvenido. Toma una silla de la mesa y siéntate.- El viejo hizo lo mismo. Sujeto una de las sillas de la mesa comedor y se sentó observando a Ryuji. -Verás… lo primero que debes saber es que para aprender una técnica del tipo genjutsu, necesitas saber muy bien controlar los flujos de chakra. El genjutsu es una técnica de concentración que se ejecuta en un 90% a través de la mente. No es algo que tenga forma física o que sea palpable, sino que se realiza por una conexión directa al sistema nervioso.- Las palabras del hombre eran entendibles, pero la explicación le resultaba a Ryu un poco molesta. Aun así, sabía mantener su opinión para sí mismo y esperar a cual fuera el mejor momento.

-Para entender como resistirse a un genjutsu, primero tienes que comprender como funciona un genjutsu. Por esto mismo, procederé a enseñarte una técnica. Un genjutsu.- Las palabras del viejo sorprendieron bastante a Ryuji en ese momento. -¿¡Qué quieres decir!? Solo te he pedido que me enseñes a resistirme. ¿¡Por qué enseñarme un genjutsu!?- El viejo lo golpea en la cabeza con una madera. -¡Calla y atiende!- Se acomoda rápidamente en su silla. -Lo primero que tienes que ver es que la conexión de un genjutsu se hace por los sentidos. Puede ser por el sentido del tacto, de la vista, del sonido, olfato o gusto.- El viejo toca el brazo de Ryuji y genera una especie de distorsión en la realidad que está viendo. -El genjutsu es una simple conexión a la mente del oponente a través del chakra. Es controlar el chakra del enemigo usando un poco de tu propio chakra. Aquel que domina los flujos de chakra, domina también los genjutsu.- El viejo retira la mano y elimina la distorsión de chakra. Las imágenes irregulares en los ojos de Ryu vuelven a su forma normal.

-La técnica que te enseñaré se llama “Ilusion del Templo del Nirvana”. Consiste en generar un tipo de plumas con tu chakra que en su interior cargan la ilusión de un lugar paradisiaco. La mente del objetivo quedara en una completa tranquilidad y dicha, y se sentirá tan bien que quedará en un completo sueño, olvidándose de la situación real. Todo lo que tienes que hacer es juntar tu chakra a tu alrededor, hacer algunos sellos de manos y pensar en bonitos campos con flores. Cualquier idiota con medio cerebro puede hacer eso. Mira.- El viejo le hace los sellos de manos a Ryu y, al terminar, unas extrañas plumas blancas lo rodean haciendo que Ryuji pierda la conciencia en el genjutsu. Inmediatamente después, el viejo golpea a Ryuji con un palo. -¡Itee! ¿¡Por qué me golpeas!? Era tan… bonito.- El viejo sonríe. -Jum… Así es. Este genjutsu genera ese efecto en las personas, pero se rompe fácilmente cuando los golpeas. Recuerda los sellos que te enseñé e intenta hacerlo por ti mismo.- Ryuji quedó un poco consternado. No sabía cómo comenzar con aquello ni se sentía muy seguro de que funcionaría, pero ya le había pasado los datos más importantes, así que solo era cuestión de intentarlo.

Tras hacer bien los sellos de manos, Ryuji intenta pensar en un lugar bonito para crear la ilusión. Unos puntos de luz le rodean… pero a los pocos segundos estallan. Fumeko lo golpea por el error y reitera el proceso. Pensando más profundamente intenta generar una verdadera ilusión maravillosa. Esta vez, cintas blancas caen del cielo y, al tacto directo, ambos se sienten mareados y confundidos. Otro fallo otro golpe. Durante las próximas horas, lo único que el viejo dejaría hacer a Ryuji sería entrenar y practicar esta nueva técnica que no parecía ser de las más difíciles. Intercambiaron información, se hicieron la técnica el uno al otro hasta que finalmente, después de 37 intentos fallidos de lo mismo, la técnica “Ilusion del Templo del Nirvana” tuvo el efecto deseado. -¡Yosh! ¡Finalmente funcionó!- En efecto, esa vez cayeron plumas y no otras cosas extrañas como gansos o zapatos. El señor Fumeko apoyó su mano sobre el hombro del chico y lo felicitó. -Bien hecho, joven Ryuji. A partir de ahora comenzaremos con el verdadero entrenamiento.