Viaje Inesperado (2)

Akira estaba de camino a lo que podría ser uno de los viajes más importantes que jamás fuese a realizar, principalmente por el hecho de que si daba resultado no solo ganaría un arma, sino traería gloria de nuevo a su aldea. El pelirrojo se embarcó en esta aventura con nuevos recursos a su disposición, unos que estaba ansioso por probar así que una gran sonrisa se podía ver asomandose en su rostro cada pocos minutos al pensar en ello. Akira marchaba al lado de tantos mercaderes y personajes comunes de la ruta que en realidad ya no prestaba demasiada atención a ellos. Su caminar a pasos agigantados y apresurados era evidencia de su emoción por lo que el viaje podría deparar para él aunque no debía bajar su guardia, se había descuidado ya en el pasado y ahora medio mundo conocía su nombre. No podía permitirse ser atrapado con la guardia baja así que su atuendo regular de tonos purpuras iba cubierto sobre una túnica espesa color negro. Una tenue lluvia caía sobre ella mientras el camino terroso se volvía de lodo y Akira podía ver a una distancia relativamente cercana el puerto. Al llegar allá reservó un pasaje en el primer navío en zarpar hacia el país de las Olas y se dirigió a su camarote. No tenía tiempo ni ganas de encontrarse con nadie.

OFF:

La cuestión con Akira es que pocas veces suele ser muy hablador, sin embargo si comienza es necesario sellarle la boca con adherente industrial o no parará, con dificultad era así fuera de un círculo muy cerrado de personas, la mayoría de hecho ahora estaban muertas u ocupadas en otros asuntos así que la compañía de Takeru era muy apreciada. El pelirrojo pasó buena parte del viaje contando anécdotas al chico sobre sus semanas como Gennin, como luego de mucho  esfuerzo fue consiguiendo reconocimiento en la aldea y mejorando sus habilidades por su cuenta y como eventualmente todo había rendido frutos. Al llegar al puerto habían conseguido de manera bastante sencilla un barco que les permitiera el pasaje hasta el país del agua. No era como en otras ocasiones en las que el pelirrojo había tenido que ganarse su pasaje a base de trabajo, esta vez habían reservado un camarote con dos camas aunque Akira nunca abandonó la cubierta del barco. No había peligro en el bote y con todo lo que estaba pasando quizá Takeru podría usar unas horas de descanso. Después de todo eso era lo que duraría el viaje. Akira estaba acostumbrado a pasar largos ratos sin dormir y en soledad, no le molestaba y de hecho habría sido probablemente una de las razones principales por las que resultó desarrollando esa afición por hablar con personalidades dentro de su cabeza. Una parte de su ser se preguntaba si de verdad escuchaba las voces y estaba loco o solamente las imaginaba y se había acostumbrado. Ambas opciones tenían implicaciones que no necesariamente calmaban sus preocupaciones. Pero eso sería para otra ocasión. Ya casi era hora de celebrar, Akira volvía a Kiri y lo hacía con más que una espada. Quizá la gente no confiaría demasiado en Takeru para comenzar pero si él hacía un buen trabajo en Kiri no tendrían problema en aceptarlo eventualmente. El barco navegó sin problemas y al cabo de unas horas había llegado al puerto del país del agua. Aprovechando que ya estaban en tierra firme Akira sugirió que comieran algo de lo que había comprado en Konoha, era una lástima que ninguno de los dos manejara el elemento Katon pero tampoco es que un shinobi fuera a rechazar una comida por más que estuviera fría.

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